Como en años anteriores más de un millón de personas y casi un centenar de hermandades se preparan para participar del fabuloso ambiente festivo con que se vive esta romería hasta la aldea del Rocío.
Mezcla de religiosidad y fiesta, tiene lugar cincuenta días después de que finalice la Semana Santa. Cientos de miles de personas acuden de todas partes de España, e incluso desde el extranjero, para realizar esta peregrinación anual al santuario de la Blanca Paloma, situado en la aldea de El Rocío, a 17 kilómetros de la localidad de Almonte (Huelva).
Son cuatro los caminos principales que se utilizan para llegar: el camino de Sanlúcar, que atraviesa el Parque Nacional de Doñana y es utilizado por aquellos que vienen desde Cádiz; el camino de los Llanos, que va desde Almonte y es el más antiguo; el de Moguer, empleado por los que vienen de Huelva; y el camino sevillano, que es el que suelen utilizar las hermandades procedentes del resto de España y del mundo.
Durante la semana anterior, las diferentes hermandades rocieras salen de sus sedes en Huelva, Sevilla, o Cádiz, entre otras provincias, para estar el sábado en la aldea del Rocío y participar en los actos de la romería, que se prolongarán hasta el lunes. Lo típico es hacer el camino a caballo, en carreta o a pie, vestido con traje flamenco. Por el día las hermandades avanzan con alegría, entonando cantos y coplas, mientras que por la noche acampan al aire libre y, alrededor de una hoguera, se organiza una divertida fiesta en la que se canta, se baila y se comparte comida y bebida hasta altas horas de la madrugada.
Según van llegando a la aldea del Rocío, los romeros acampan a la espera de que acudan el resto de las hermandades. El sábado, el 25 de Mayo este año, desfilan para presentarse con el simpecado (el estandarte de la hermandad) ante la Virgen mientras repican las campanas. El domingo se celebran los oficios religiosos y, por la noche, nadie duerme a la espera del momento más emocionante del fin de semana: el “salto de la verja”, cuando la gente de Almonte salta la valla para sacar a la Virgen de la ermita y pasearla en hombros por la aldea el lunes por la mañana. Una vez finalizada la procesión, las hermandades inician el camino de vuelta pensando ya en la romería del año siguiente.
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